lunes, 19 de abril de 2010

Los proyectos de Actividad Intensiva forman parte de el Programa Tarikuna del Servicio Ignaciano de voluntariado SIGVOL

Esta modalidad en cambio el trabajo que realiza el voluntario dura de una a tres semanas (sobre todo en época de vacación estudiantil). Estas actividades se realizan en cooperación con organizaciones sociales de todo el Ecuador, en espacios concretos para el servicio de voluntariado, en áreas y sectores realmente marginales y vulnerables.

Es así que a partir del voluntariado de TARIKUNA se lleva a cabo un ejercicio de reconocimiento de derechos; los jóvenes ejercen su derecho a la participación y acción, reconocen la vulneración y trabajan por la revalorización de los derechos en los grupos humanos en cada proyecto.

Además las acciones intensivas permiten detonar un compromiso de solidaridad y desarrollo en los y las jóvenes voluntarios, por contar con actividades de inserción profunda, desconexión con la rutina y encuentro con otras formas de ver y vivir la realidad.

Campamentos Noroccidentes

Los campamentos en el noorccidente de Quito en las poblaciones de Pacto y Gualea fue el proyecto intensivo realizado por voluntarios Ecuatorianos de Sigvol y los voluntarios alemanes de Wellwärts.

Los campamentos vacacionales se realizaron del 8 al 13de marzo del 2010, en varias comunidades, esta experiencia enriqueció tanto a los voluntarios como a los niños y sus familias, porque permitió la creación de un espacio en el cual varias realidades culturales pudieron enriquecerse.
Los paisajes en cada comunidad eran extraordinarios como sacados de una película, los ríos las cascadas, los largos bosques y montañas fueron el escenario perfecto, sin embargo su gente en especial los niños fueron quienes en realidad se robaron el corazón de todos los voluntarios.

Lo que significaron para mi los campamentos

Gualea es una comunidad que queda al noroccidente de Quito, que esta compuesta por comunidades más pequeñas en las cuales viven alrededor de 50 a 100 habitantes, sin embargo su riqueza es mayor a la que se puede encontrar en cualquier ciudad poblada por millones de habitantes.

Sus paisajes son espectaculares encierran matices tan diversos; sus montañas llenan de colorido el horizonte, el viento mueve a los árboles como si los hiciera bailar. El bosque que rodea todo el lugar junto con la neblina cuando baja hace que la comunidad se llene de magia y misticismo, como si uno fuera el protagonista de una gran novela, los ríos y cascadas parece que en la noche hablan contigo mientras viajan sus aguas apresuradas. Y la sonrisa de las personas, con su generosidad y calidez te hace sentir como en casa.
Definitivamente fueron los niños quienes hicieron que deseara que cada día durara un poco más y que nuestra estadía ahí no llegara a su fin. Cada uno tenia tanta libertad, felicidad y cariño por dar, que no les hacia falta alas para volar por los caminos de tierra y piedra al ser el horizonte su único destino, algunos de ellos trabajaban, otros eran tímidos, otros muy inquietos, pero simplemente al darles una sonrisa y un abrazo ellos estaban dispuestos a dejar a un lado sus miedos preocupaciones y vergüenzas para dar lo mejor de cada uno.

A todos mis conocimientos junto con mis habilidades para contribuir en algo en su desarrollo y en lo que cada uno va a llegar a ser cuando sean adultos. Sin embargo pese a que fui dispuesta a darlo todo, lo que traje de regreso fue inimaginable, aprendí tanto en esos días sobre humildad, libertad, trabajo, solidaridad respeto, cariño, diversión, alegría, igualdad que nunca pensé llegarlo a conocer menos aún a obtener.


A este campamento fui comprometida a trabajar con cada niño a entregarle todo el cariño posible y Simplemente Gualea en especial la comunidad de Bellavista se quedo con una parte de mi corazón, por eso se que el regresar a Quito no fue un adiós sino un hasta pronto porque estoy convencida que volveré muy pronto a ese lugar que se desarrollo como todas las sociedades deberíamos hacerlo, no en avaricia ni riqueza, sino en solidaridad, cariño y respeto.
Maria Jose Lazo